Un bastidor con su nombre, ilustraciones de Nicoletta Ceccoli y la fotografía que le tomé aquel día de verano de hace ya cuatro años.
Alba tenía 9 meses la primera vez que la fotografié. Ahora es toda una señorita que cuida estupendamente de Sofía, su hermana pequeña.
Pocas cosas tan bonitas para un fotógrafo que una familia siga confiando en tu ojo para seguir contado su historia a lo largo del tiempo. A pesar de que todos soñemos con ser «supercool» y hacer las bodas más hipsters en países nórdicos, ya os adelanto que el significado y la satisfacción de algo tan cercano no es ni de lejos comparable.
Así pues, volví a visitar aquella pared con aquel papel de rombos que me chifla y volvimos a hacer fotos espontáneas en casa; de esas de saltar en la cama y tirarse en plancha sobre papá.
Después nos calzamos las botas de agua y bajamos una estrella gigante del cielo sólo para Alba y Sofía.
Gracias familia por volver a confiar en mí. Sois más que encantadores.
{ Aquí podéis ver la primera sesión }